Hoy quiero centrarme en establecer diferencias entre varias
palabras que solemos mal utilizar, y esa mala utilización formando una
“historia” que aleja la objetividad de nuestra vida.
Estas distinciones psicológicas pueden ser un punto
importante de estabilidad en nuestras relaciones interpersonales, tanto por la
situación con los demás como por nuestra salud mental.
En mi experiencia en los países de habla hispana como
Venezuela y España, estamos acostumbrados a exagerar o minimizar hechos de la
vida cotidiana, y es que es muy común en nuestra lengua utilizar frases o
palabras con doble sentido. La verdad es que nuestro cerebro es muy literal, no
entiende de humildad ni de arrogancia, ni de coloquios o dichos, si repetidamente
le contamos a nuestro cerebro historias “alteradas” él las almacena de esta
forma y podría en algún momento olvidar el sentido original de la misma.
Revisemos algunas de estas Distinciones Psicológicas
Hecho vs Juicio
Es muy fácil, y más para nosotras las mujeres, interpretar y
hacer juicios de valor acerca de las situaciones, recrear las razones por las
que por ej. Periquito de los palotes dijo… porque quería dar a entender... De
esta forma poco saludable podemos comenzar
tejer historias que no sabemos si existen o si son mera casualidad.
Es más sencillo y saludable tratar de mantener la
objetividad en ambos lados de la comunicación. Sin interpretaciones ni juicios,
nunca pero nunca nunca sabremos la realidad detrás de cada persona que nos rodea.
Hacer un juicio de valor es tomar una acción o palabra de otra persona e
impregnarla de nuestra personalidad, experiencia e historia.
Dato vs Creencia
Esto es muy importante en la toma de decisiones, cuando
tomamos una decisión nos basamos en ¿Hechos o en creencias?
Son muy fáciles de distinguir, si la frase comienza por: Yo
creo que , estás basándote en una creencia, por otro lado buscar hechos
confirmados o registrados de cualquier forma son los únicos que podrán
acercarte aun camino más aproximado a tus objetivos.
Pero todo esto suena muy científico, si lo llevamos a
nuestras relaciones personales o laborales también podemos sacar mucho provecho
de ésta distinción. ¿Conocemos realmente las razones por la cual los demás
actúan como actúan? ¿Conocemos sus sentimientos, emociones, objetivos y metas?
Si y solo si nos lo comunican, todo lo demás es una interpretación o creencia
personal.
Culpabilidad vs Responsabilidad
No es lo mismo sentirse culpable que sentirse responsable, sentir
culpa implica que hay una inadecuada acción de por medio, que se está actuando
con mala intención o con “mala fe”. Por otro lado sentir responsabilidad
implica que algo que está en nuestras manos debe salir bien. Pero si hay buena intención
de lograrlo y no resulta de la forma deseada es nuestra responsabilidad, no
nuestra culpa.
Además debemos agregar que hay porcentajes de
responsabilidad en nuestras acciones, por ejemplo
en una relación entre 2 personas (siendo equitativos) hay un 50-50 % de responsabilidad de que la misma se fortalezca o consiga su objetivo. Por lo tanto echarse la culpa puede dar una connotación negativa a nuestras acciones, y nuestro cerebro lo puede identificar de tal forma. Pueden hacer el ejercicio, de cambiar la palabra culpa por responsabilidad y notarán el alivio de que se hizo todo lo posible pero no se logró.
en una relación entre 2 personas (siendo equitativos) hay un 50-50 % de responsabilidad de que la misma se fortalezca o consiga su objetivo. Por lo tanto echarse la culpa puede dar una connotación negativa a nuestras acciones, y nuestro cerebro lo puede identificar de tal forma. Pueden hacer el ejercicio, de cambiar la palabra culpa por responsabilidad y notarán el alivio de que se hizo todo lo posible pero no se logró.
Estado de ánimo vs Emoción
La distinción básica entre éstos 2 conceptos es la
responsabilidad que tenemos sobre cada uno de ellos. Sobre las emociones no
tenemos responsabilidad, las emociones son reacciones fisiológicas que nos
hablan de nosotros mismos o del ambiente que nos rodea, las emociones
aparecerán sin que podamos hacer nada al respecto, sin embargo el estado de
ánimo es otra historia.
El estado de ánimo si es nuestra responsabilidad, yo decido
cómo voy a enfrentar las emociones que me embargan día a día, si me voy a dejar
llevar por ellas o las voy a tomar como un aprendizaje o una “alerta” para la
introspección (¿Por qué me siento así? ¿Qué deseo que no tengo?, ¿Qué tengo que
no deseo?, ¿Qué no estoy haciendo que me hace falta hacer para lograr mis
objetivos?, ¿He conseguido lo que quiero?, ¿Estoy satisfecho con mis acciones? Etc).
Esto marca la diferencia entre las personas que llamamos un carrusel de emociones
(creo yo, porque se suben a él sin control alguno) y las personas que fluyen
con la vida (que no significa que constantemente están felices, pero sus
emociones no las controlan, sino que sacan lo mejor de ellas).
Compromiso vs Obligación
Cuando tenemos un compromiso, se refiere a un “contrato”
social o personal adquirido o aceptado, el compromiso es una decisión, inclusive
cuando nos comprometemos a por ejemplo: un cargo de trabajo, habrán cosas que
nos gusten y otras que no, pero el compromiso incluye todas y cada una de las
tareas.
Ahora bien, la obligación tiene una connotación de imposición en la que
no tenemos escapatoria. Cuando decimos que estamos obligados a asistir a una
reunión es bueno pensar ¿Quién me obliga? O es que en realidad ¿Adquirí un compromiso
que no puedo eludir? Distinguir entre estos términos nos lleva a la objetividad
y la sinceridad con nosotros mismos.
Estas distinciones nos ayudan a centrarnos en el aquí y el
ahora, a enfrentarnos con la realidad más objetiva que somos capaces de ver y
en consecuencia a simplificar un poco más nuestras vidas, a fin de cuentas la
vida laboral saludable se construye en base a relaciones interpersonales y en
un alto porcentaje el éxito de la misma vendrá determinado por ellas.
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